El 2020 fue un año muy rico en enseñanzas. Un año donde el entorno y los fundamentos que sostienen las definiciones estratégicas de las compañías, sufrieron modificaciones tan profundas e inesperadas, como quizás no ocurría desde la Crisis Financiera internacional del año 2007.
Preguntamos a varios CEOs y Directores de nuestros principales clientes de los distintos países de la región, respecto del cumplimiento de sus previsiones efectuadas originalmente para el año que termina, y la casi totalidad afirmó haberse visto obligado a modificar y ajustar notablemente sus estrategias. En ningún caso las previsiones estuvieron cerca de la realidad. Nadie descontaba un año difícil en orden a las condiciones económicas y políticas de varios países, pero ni siquiera los más imaginativos, preveían un acontecimiento tal como el que la humanidad se encuentra transitando.
Pensando en la estrategia y entendiendo al Riesgo Estratégico, como las pérdidas eventuales derivadas de una estrategia de negocios inadecuada o de cambios profundos en sus previsiones, parámetros, objetivos y otros fundamentos que la respaldan, la pandemia multiplicó las exposiciones a ese riesgo. Pero los cambios no sólo afectan a las mencionadas exposiciones.
Las medidas sanitarias generaron cambios en los mercados y se produjo un desarrollo expansivo de nuevos canales comerciales. Se multiplicó la utilización de canales digitales, los cuales, si bien ya venían creciendo en forma paulatina, su expansión fue notable.
Por supuesto que también las exposiciones al Riesgo Crédito y Riesgo de Liquidez debieron y deben ser atendidas por la dirección de las compañías. El cierre de los canales de cobranzas como bancos y empresas de recaudación en los primeros tiempos de la pandemia, las pérdidas de puestos de trabajo y las caídas en los ingresos, impactaron en los niveles de cobro afectando directamente los mencionados riesgos.
Bajo la lógica de que las crisis generan oportunidades, los delincuentes no las dejaron pasar, multiplicando exponencialmente los ciberdelitos. La preocupación de los bancos, tuvo su expresión en un fuerte trabajo de comunicación informando a sus clientes, respecto de estos riesgos. Esto modificó la exposición a los Riesgos Tecnológicos.
En este sentido, las áreas de tecnología, se vieron obligadas a resolver la problemática del home office no sólo desde la operatividad, sino además desde los riesgos de intromisiones y otros delitos vinculados.
También aparecieron exposiciones a Riesgos Reputacionales, toda vez que la operatividad de las compañías, el mantenimiento del servicio y el aseguramiento de estándares de seguridad impactan en el servicio a los clientes, en el cumplimiento de obligaciones frente a los reguladores y en sus relaciones con distintos grupos de interés.
La conjunción del home office con el aislamiento sanitario, aumenta también la exposición a los Riesgos de Cumplimiento. Carencias a nivel de tecnología, imposibilidad de acceder a documentación archivada en legajos físicos y otras limitaciones, tienen incidencia sobre las distintas obligaciones derivadas de los marcos regulatorios.
También la exposición al Riesgo de Lavado de Dinero resulta afectada, entre otros factores por los nuevos canales comerciales, la vinculación de clientes a distancia, el aumento en la cantidad de personas vulnerables por pérdidas de puestos de trabajo, las reducciones de staff en las empresas y crecimiento de la economía informal.
Todo lo referido impacta además en los Riesgos Operacionales u Operativos. Desde los riesgos derivados de las personas, nuevos formatos del fraude, los cambios en los procesos producto del home office, de las nuevas formas de vinculación y distribución, de los ya mencionados cambios en los sistemas y sin duda los eventos externos, se produce una conjunción de factores que altera notablemente los grados de exposición a dicho riesgo.
Pero esto no acaba aquí, también cambiaron los hábitos de los consumidores, que se han visto compelidos a usar nuevas formas de vinculación, de contratación, de canales comerciales y de formas de pago, lo cual nos remite a todos los riesgos mencionados.
Una vez más se ratifica la importancia de una adecuada gestión integral del riesgo, como componente fundamental de las buenas prácticas de las organizaciones virtuosas. Su rigurosa gestión, ya justificada como método para reducir las pérdidas por incertidumbres, se multiplica hoy frente a sucesos inesperados como la pandemia.
Concluimos que la planificación estratégica debe hoy incluir un riguroso y creativo proceso de evaluación de los grados de exposición al riesgo, la definición de los grados de tolerancia a los mismos, las medidas de mitigación y la utilización de herramientas como escenarios de estrés y simulaciones con un estricto involucramiento de la Alta Dirección de las compañías tanto en la definición como en el seguimiento, ya no para asegurar una gestión virtuosa solamente, sino para contribuir a la supervivencia de las compañías.
Juana Azurduy 1713 - 1° A - C1429BYE
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Teléfono: (+5411) 4703-2536
Política de Privacidad y Uso de Datos Personales.
© 2020 Decisio. Todos los derechos reservados